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SOLUCIONES A LOS EJERCICIOS DE ORTOGRAFÍA

UNIDAD 5

 

Los paréntesis se usan en todos estos casos para delimitar una parte que no es central en el mensaje, pero pueden haber distintos matices:

 

Otros autores (Botereter, 1989)…: En este caso, introduce una precisión, pues concreta el autor.

Recomendamos a los viajeros (a los verdaderos viajeros) que eviten…: Introduce un comentario. /

La arquitectura de aquella ciudad era un rico mosaico de todas las culturas (iberos, romanos, árabes, judíos)…: Introduce y concreta un concepto más general, con ejemplos.

Algunos de los más destacados catedráticos de la UAM (Universidad Autónoma de Madrid)…: Para desarrollar el significado de una sigla.

El fuego arrasó una enorme extensión de terreno boscoso (2 000 hectáreas): Intercalar un dato concreto, en este caso, la extensión exacta del incendio.

 

 

4. Joseph Roth (1894-1939) nació en Brody (Imperio austrohúngaro) y fue uno de los más famosos escritores de la Europa de entreguerras. Con la llegada de Hitler al poder tuvo que dejar Alemania (era de origen judío) y se trasladó a París, desde donde estuvo escribiendo contra el nazismo hasta el final de sus días. Sus obras que mayor reconocimiento han alcanzado son La marcha Radetzki (1932) y La cripta de los capuchinos (1938).

 

6. La verdad es que Inés llevaba un bolso muy «fashion» (Uso de extranjerismos).

Mi primo me lo había advertido: «No caigas en sus provocaciones» (Reproducción palabras textuales o citas).

Me recitó el poema «Romance del Duero», y la verdad es que me pareció precioso (Nombrar títulos de cuentos o poemas).

Bueno, como veo que eres tan «generoso», se lo pediré a otra persona (Usar palabras en sentido figurado o

irónico).

La palabra «mandril» siempre me ha hecho pensar en un instrumento musical, no sé por qué (Uso metalingüístico de una palabras; es decir, citarla, en lugar de usarla).

 

 

7. —¿Estás enterado de todo? —me preguntó Juan.

—Sé tan poco como tú —respondí yo.

—No me creo ni una palabra de lo que estás diciendo —me

comentó, sonriente.

Después se acercó a mí, sigilosamente y me susurró al oído:

—Te guardaré el secreto. No temas. No se lo explicaré a nadie.

Aunque traté de hacerle entender que no le ocultaba nada, no

me creyó. Perdió la paciencia y me gritó como un loco:

—¡Eres un mentiroso y un colaboracionista!

Todos mis intentos por calmarle fueron en vano.

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