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QUEÍSMO Y DEQUEÍSMO

El queísmo es un fenómeno antinormativo que consiste en eliminar ante la conjunción que una preposición exigida por un verbo (1a), sustantivo (2a) o adjetivo (3a):

(1a) Me acuerdo que hasta a Zidane le pusieron en duda cuando llegó [As, 13-10-2008] [incorrecto].

(1b) Me acuerdo de que hasta a Zidane le pusieron en duda cuando llegó.

(2a) Si la carrera a la Casa Blanca es una competición de fondo, que lo es, no cabe duda que el senador por Illinois, el demócrata Barack Obama, sigue llevando la delantera a su rival [La Vanguardia, acceso: 17-10-2008] [incorrecto].

(2b) Si la carrera a la Casa Blanca es una competición de fondo, que lo es, no cabe duda de que el senador por Illinois, el demócrata Barack Obama, sigue llevando la delantera a su rival.

(3a) Estoy seguro que los mismos que lo hicieron el martes cantarán el himno cuando Francia juegue en la Eurocopa o el Mundial [Público, 17-10-2008] [incorrecto].

(3b) Estoy seguro de que los mismos que lo hicieron el martes cantarán el himno cuando Francia juegue en la Eurocopa o el Mundial.

Las formas correctas son las de (1b), (2b) y (3b). El que el sustantivo forme parte de una locución, como en el ejemplo (2), no afecta a su régimen.

Normalmente, la preposición suprimida es de, como en los ejemplos anteriores, aunque también pueden ser otras, como en:

(4a) Esta versión fue desmentida por Xulio Calviño, quien insistió que un coche de un año […] no tiene por qué pasar la ITV [La Voz de Galicia, 17-10-2008] [incorrecto].

(4b) Esta versión fue desmentida por Xulio Calviño, quien insistió en que un coche de un año no tiene por qué pasar la ITV.

El dequeísmo es un fenómeno antinormativo que consiste en introducir la preposición de ante la conjunción que en aquellos casos en que esta preposición no viene exigida por el verbo u otro elemento de la oración.

El ejemplo clásico es" pienso de que". Álex de la Iglesia recurre humorísticamente a él cuando titula así un artículo en el que anda a vueltas con el tema:

(1) Pienso de que existo [El País, 16-8-2006].

Este artículo, por cierto, tiene más interés desde la perspectiva social que desde la lingüística, pues revela la percepción tan negativa que se tiene de este fenómeno.

El dequeísmo es un problema de régimen: algunos verbos rigen la preposición de y otros no. Pensemos en dos verbos de significado afín (pero no idéntico, ojo), por ejemplo, librarse de algo y evitar algo, como en las dos oraciones siguientes:

(2) Mariano se libró de que le operaran.

(3) Mariano evitó que le operaran.

En (2) obligatoriamente tenemos que utilizar la preposición, mientras que en (3), para decir algo muy parecido, debemos evitarla. No es de extrañar entonces que la encontremos empleada incorrectamente en ejemplos dequeístas como (4):

(4) […] mucha gente fue convertida al señor y se evitó de que muchos hogares fueran destruidos [Comentario de un usuario en L’Absurd Diari, 3-7-2007].

Las preposiciones regidas por verbos están desemantizadas; y por ahí viene el problema. Tienen una función puramente estructural: el verbo las necesita para introducir uno de sus complementos, pero no aportan ningún significado.

La dificultad no se plantea con preposiciones como las de los dos ejemplos siguientes, que no vienen regidas por el verbo, sino exigidas por el sentido:

(5) El príncipe Carlos es de Zaragoza [86400, 11-4-2006].

(6) Ya sabíamos que el alma está en el cerebro [Blog de Eduard Punset, 21-1-2008].

Un hablante nativo nunca dudará de cuál es la preposición correcta en (5) o (6). Si se le ocurriera cambiarla por otra o suprimirla, el sentido cambiaría o se perdería. En cambio, el añadir la preposición de al verbo evitar no altera el significado.

Se suele proponer un truco para saber si el verbo verdaderamente rige una preposición: sustituir la oración subordinada por el pronombre eso. Si la preposición se mantiene, está empleada correctamente:

(7) Se evitó que muchos hogares fueran destruidos > Se evitó eso

(8) Se evitó de que muchos hogares fueran destruidos > Se evitó de eso

Sin embargo, este truco, como todos, sólo funciona a veces. Yo puedo decir Necesito de tu ayuda, y, por tanto, necesito de eso, pero no Necesito de que me ayudes.

Al final, nos encontramos ante un problema de diccionario. Este nos debe informar no solo sobre el significado de los verbos sino también sobre su construcción: qué tipo de complementos admiten, si estos van introducidos por alguna preposición, etc. El Diccionario panhispánico de dudas nos ofrece esta información para los verbos más frecuentes, pero no para todos. Así, nos orienta con necesitar, pero nos deja tan perdidos como estábamos en el caso de evitar. El excelente diccionario de María Moliner sí que nos saca de apuros muchas veces.

SOLUCIONES QUEÍSMO Y DEQUEÍSMO

a) Correcta.

b) Es una pena que…

c) Correcta.

d) Me fastidia que…

e) Correcta.

f) Él me aseguró que…

g) Y yo opino que…

h) Correcta.

i) Correcta.

j) Se le metió en la cabeza que…

1. ¿No te das cuenta de que…? [un sustantivo nunca puede introducir una oración subordinada sin ayudarse de una preposición].

2. Es correcta.

3. Es correcta, pero es un caso complicado. Dudar es un verbo con doble régimen. Se puede decir Dudo mucho que lo terminemos y Dudo mucho de que lo terminemos. Las dos variantes son correctas, pero es más frecuente la primera, que además es más simple, por lo que resulta más recomendable.

4. Se empeñó en que…

5. Está convencido de que… [un adjetivo necesita una preposición para introducir una oración subordinada].

6. Esta oración es correcta. La semejanza con la oración 5. solo es aparente, pues la estructura es muy diferente: aquí la oración subordinada no depende de necesario, sino que es el sujeto de la oración: Que entiendas el concepto de queísmo es necesario > Esto es necesario.

7. Me alegro de que… [yo me alegro de algo].

8. Esta otra oración es correcta. La estructura que tenemos aquí es Algo me alegra.

9. Tengo unas ganas de que… [al igual que en el caso 1., nos encontramos con una oración subordinada que depende de un sustantivo y estos no pueden introducir oraciones subordinadas si no hay una preposición de por medio].

10. ¿Qué duda cabe de que…?

La subordinada sustantiva

Interrogativas y exclamativas indirectas

 

Las oraciones interrogativas y exclamativas pueden formar parte de las oraciones subordinadas sustantivas. Las oraciones subordinadas sustantivas interrogativas y exclamativas indirectas se caracterizan porque en ellas se acentúan los pronombres o adverbios interrogativos (qué, cuánto, dónde...). Las definimos:

A) Interrogativas indirectas. Equivalen a las preguntas que se escriben entre signos de interrogación, pero no reproducen las palabras textuales del hablante. Estas oraciones ejercen una función dentro de la oración en la que se integran. Ejemplos:

- Me preguntó (dónde quería ir); La subordinada funciona como CD del verbo principal.

- Me dijo (dónde estaban las llaves). La subordinada funciona como CD del verbo principal.

 

Nexos. Las oraciones interrogativas indirectas pueden estar introducidas por dos tipos de nexos:

· La conjunción si: No sé (si estará en casa ahora). La subordinada ejerce como CD del verbo principal.

· Los pronombres o adverbios interrogativos (qué, quién, cuándo, cuánto, dónde...). NOTA: Con verbos de lengua (decir, pensar, opinar...), tanto si como los interrogativos pueden ir precedidos de la conjunción que. Ejemplos:

- No sé (si estará en casa ahora). La subordinada funciona como CD del verbo principal.

- Me pregunto (quién habrá llamado). La subordinada funciona como CD del verbo principal.

- No sé (cuándo llegará Ana). La subordinada funciona como CD del verbo principal.

- Me preguntaron (que si iba con ellos). Preguntar: verbo de lengua. Aparece la conjunción que.

- Me dijo que (qué me parecía). Decir: verbo de lengua. Aparece la conjunción que.

 

B) exclamativas indirectas. Equivalen a las exclamaciones que se escriben entre signos exclamativos, pero no reproducen las palabras textuales del hablante. Estas oraciones desempeñan una función dentro de la oración en la que se integran.

Nexos. Las oraciones exclamativas indirectas van introducidas por pronombres o adverbios interrogativos (qué, quién, cuándo, cuánto, dónde...), a veces precedidos de la conjunción que. Ejemplos:

- Me preocupa (cómo se divierten ahora los jóvenes). La subordinada funciona como sujeto.

- Mi abuela me dijo que (qué manera tenía de contestar). La subordinada ejerce de CD.

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